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AR - Absurda Revolución

Internet, zona libre

Internet, zona libre Hace unos días, se publicaba en este diario un reportaje titulado Arde la prensa sobre las maneras en que los periódicos de papel peleaban por un mercado reducido a causa de la competencia de los diarios gratuitos y de los digitales. La prensa, la comunicación, no son sólo un negocio que vende noticias, sino, también, ideas, opiniones e ideología. Como demostró la guerra de Vietnam, un ejército puede ser derrotado por la prensa y como se comprobó el 14 de marzo los golpes de Estado se dan mediante los medios de comunicación. A través de la televisión, la radio y los periódicos se moldean las mentes con más eficacia que en las escuelas, práctica usada en el siglo XIX. Ahora, en las aulas se crean analfabetos y los medios, luego, les dan consignas y les dicen a quién votar o a quién aplaudir.

La campaña comenzada por el grupo de comunicación más poderoso de España, Prisa, contra todos los que disientan de su libro de estilo, sean George Bush, Pío Moa o los digitales, no respeta nada. A estos últimos Juan Luis Cebrián ha tratado de desprestigiarlos y ha pedido incluso que se les retire la publicidad. Por si fuera poco, uno de sus empleados en la SER (la misma cadena que se inventó un terrorista suicida en los trenes de Atocha y falseó la retransmisión de una cena de la plantilla del Real Madrid), ha publicado un artículo en El País (“La Red de pensamiento agitativo en Internet”, 30-9-2004) en el que clama por que la Red en lengua española esta dominada por digitales “reaccionarios” que impiden que la verdad progresista, del estilo de que los atentados del 11-M fueron obra de musulmanes obligados a responder a la agresión imperialista en Irak y que Aznar debe ser juzgado por el Tribunal Penal Internacional, llegue a los españoles.

La razón de este ataque mendaz no reside en la mengua de ingresos que causa la prensa digital a Prisa, sino en la pérdida del monopolio de fabricación de la realidad. Uno de los pilares de la Transición es que la izquierda domina la cultura y la opinión pública. Como ya indicaba el ideólogo comunista Antonio Gramsci, los intelectuales cambiaron las mentes. En el proceso, unos ganan puesto de ministros y otros apalean millones. Basta asomarse a cualquier diario de papel para comprobar que la ideología imperante en Occidente es la progre, esa mezcla de izquierdismo, resentimiento, inmadurez y afán de enriquecimiento. En la mayoría de los países existe un contrapeso de derechas, salvo en España donde los progres disfrutan de privilegios y poder similares a los de los capataces en las plantaciones de esclavos. Como dice Juan Manuel de Prada, los españoles se dividen en un puñado de progres, por un lado, y, por otro, millones de ciudadanos aterrorizados por ser señalados como fachas por aquéllos.

Por pluma asalariada, el tertuliano de Felipe González en El futuro no es lo que era informa a los lectores de que la derecha, que había usurpado el poder durante ocho años y que sólo lo había dejado mediante el sacrificio de 192 muertos, todavía mantiene un reducto desde el que amenazar, como Astérix y Obélix (no olvidemos de que nos gobiernan afrancesados), el Imperio del Talante. Ese reducto es Internet, convertido en una zona nacional donde los progres, los antiglobalizadores, los alternativos, los rojos, los proetarras y demás fauna se sienten desorientados. “Ultraconservadores” y “agitadores neocons” son los calificativos que Fernando Berlín -¡lo que habría dado la musa de El País Pedro Laín Entralgo por tener ese apellido en su época de falangista pronazi!- dedica a los grupos liberales volcados en la Red, a los que acusa de actuar como células comunistas. Una acusación de lo más ingeniosa. Úuuuuh. ¡Que vienen los rojos! Esto ya me lo decía mi abuela (q.e.p.d.). Ya no recuerdo si fue Haro Tecglen o Sartre el que dijo que todo anticomunista era un perro. La verdad, a mí me da risa que me hablen de información limpia y de responsabilidad quienes se lucran con anuncios de prostitución, de esclavitud sexual y de abortos.

En semejante soflama hay una parte de verdad. Las mejores bitácoras y los mejores diarios y confidenciales son de derechas: católicos, liberales, conservadores... sin complejos. Llamémosles como queramos, pero es cierto que no son progres. ¿La razón? Pues que sus directores, sus columnistas, sus redactores y sus promotores no tenían hueco en los medios tradicionales. Por un lado, está el NeoFrente Popular (El País, la SER, El Periódico de Cataluña, CNN+, Canal Sur, TV 3, Tele 5, Efe, RTVE...), más los medios nacionalistas (Deia, ETB, La Vanguardia), desde donde se dispara contra todo lo que se oponga al discurso dominante (“homófobos”, “lacayos de Bush”, “neofalangistas”, “integristas católicos”, etcétera). Y, por otro lado, la generación que ascendió al poder merced a la Transición bloquea los escalafones y las columnas de los periódicos; yo desde pequeño he visto a los mismos en la prensa y la televisión. Los hay que llegaron al machito con 23 años, gracias a sus papás franquistas (¿verdad Cebrián?), y ya llevan 40 años, ¡y no se jubilan!

Durante años, los escritos la generación joven resistente a los tópicos progres y separatistas tenían el destino de la sección de cartas al director o las papeleras de las editoriales y las redacciones. Hasta que llegó Internet, y los más inteligentes y más trabajadores, los que estaban cansados de recibir portazos y de soportar la mentira, han podido construirse sus tribunas. Debido a sus escarmientos han aprendido a salir del gueto, a argumentar y a convencer; por eso sus productos son de tan buena calidad. Tampoco están constreñidos por las cuentas de resultados y por los jefes del resto del grupo empresarial. Otro factor que explica su éxito es que no sólo los escritores y periodistas no-progres se han trasladado a Internet, sino, también, los lectores. La implicación de los medios de comunicación en el golpe de estado mediático de marzo (todo valía, como la portada del día 14 de marzo de El Periódico que afirmaba: “Confirmado. Fue Al-Qaeda”.) ha irritado tanto a un gran porcentaje de españoles que han abandonado la lectura y compra de la prensa escrita, y han sustituido a ésta por Internet. Por último, dicen la verdad frente al discurso mentiroso del nuevo poder, y la verdad, aunque sea un susurro, resuena con más potencia que los insultos de Sardá.

Los progres peinan canas, van por la tercera pareja de hecho y se han comprado un BMW. Han engordado, tienen acciones en Bolsa y no les gusta arriesgarse. Por tanto sus productos son mediocres. Reconfortados con la SER y las subvenciones, no saben crear buenos productos en la Red, porque no consideran que deban persuadir a nadie. A fin de cuentas, ellos constituyen el motor de la Historia. Como admiradores de Fidel Castro y del sultán Mohamed que son, no pararán hasta que ZP ponga mordazas a las bocas que pronuncian las palabras que pueden convertirles en estatuas de sal. Por fortuna, a Internet no hay quien lo pare.

Pedro Fernández Barbadillo

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